Este año, más de 100 ciudades Londres, París, Berlín, Madrid, Rio de Janeiro, Seul, Nueva York, Buenos Aires y Mar del Plata, entre otras, se unen a la celebración del cumpleaños número 100 del genio argentino que revolucionó el tango: Astor Piazzolla.
El compositor argentino Astor Piazzolla rompió con todas las reglas para reinventar el tango y son contados los géneros musicales que están tan vinculados a un compositor o músico, como el tango lo está con Piazzolla.
Astor Pantaleón Piazzolla nació el 11 de marzo de 1921 en la ciudad de Mar del Plata, en el seno de una familia inmigrante italiana. Sus padres no encontraron en Argentina la prosperidad esperada, por lo que se trasladaron a Nueva York cuando Astor tenía cuatro años.
Su padre, Vicente, abrió una peluquería, pero su hijo se interesó más por la música que por seguir sus pasos. Astor comenzó a tocar el piano a temprana edad.
El tango acompañó a su padre con su sonido melancólico: «Mi padre escuchaba tango todo el tiempo, acordándose con nostalgia de Buenos Aires, de su familia, de sus amigos”, comentó el músico años después.
Vicente le regaló un bandoneón y Astor Piazzolla comenzó a estudiar también ese instrumento., pero lo hace sobre todo por amor a su padre, y no llegó a entusiasmarse por el tango ni siquiera cuando conoció a Carlos Gardel, el ícono del tango de los años 1930, durante el rodaje de la película «El día en que me quieras”. En ella, Astor Piazzolla personificó a un jovencito que repartía diarios.
El tango: música de mala fama
En 1937 la familia Piazzolla regresó a Buenos Aires. Y aunque Astor siguió enamorado del jazz y no le prestó mucha atención al tango. Un concierto del grupo Elvino Vardaro cambió para siempre su relación con ese género.
Emprendió su carrera formando parte de la orquesta de tango de Aníbal Troilo. Piazolla tenía una meta muy clara: ser compositor de música clásica. Tomó clases con Alberto Ginastera, uno de los compositores argentinos más famosos de su tiempo.
Compuso sinfonías, música de cámara y, de vez en cuando, algún tango. Pero el joven compositor prefierió no publicarlos, ya que el tango tenía mala fama. La cuna del tango, el barrio portuario de La Boca, en la Ciudad de Buenos Aires, era una zona peligrosa a donde llegaban inmigrantes en busca de una vida mejor y cuyos sueños fueron truncados por la bebida, la prostitución y la criminalidad.
El Tango Nuevo
Piazzolla siguió su carrera en el mundo del tango en secreto. En 1954 consigió una beca para estudiar en París con la eminente profesora de Música francesa Nadia Boulanger. Pero a Madame Boulanger no la convencía cómo Piazzolla tocaba en el piano a Stravinski o a Bartók, ni sus composiciones clásicas.
Cuando Piazzola tocó el tango «Triunfal», Boulanger le dijo: «No abandone jamás esto. Esta es su música. Aquí está Piazzolla”. Y esas palabras calaron hondo en el corazón del maestro.
Desde ese momento, Piazzolla dejó atrás sus complejos relacionados con el tango. De vuelta en Buenos Aires formó el «Octeto Buenos Aires”, un ensamble de vanguardia que incluyó una guitarra eléctrica, algo inédito en el mundo del tango.
Piazzolla modernizó el tango interpretándolo como la «música contemporánea de Buenos Aires». Proclamó que su tango no era para bailar, sino para escuchar. Siempre con ganas de reinventarse, mezcló elementos del jazz y el folklore. Experimentó con el dodecafonismo y la música clásica.
Y como pasa con los genios, no fue bien recibido: los puristas del tango se horrorizaron y la familia Piazzolla se enfrentó a la hostilidad de un público que reclamaba «tango de verdad”.
Buscando la estabilidad económica se trasladó a Italia donde siguió obsesionado con el nuevo tango. Allí nació la desgarradora canción «Adios Nonino”, una despedida que Piazzolla compuso en 1959, en solo 30 minutos, al enterarse de la muerte de su padre. En 1974 escribió «Libertango”, la pieza que catapultara a la fama a Gace Jones ocho
años después, interpretada en estilo pop en «I’ve seen that face before”. «La muerte del ángel”, «Tristezas de un doble A” y «Oblivion” son algunas de sus obras maestras del Tango Nuevo.
Argentina se reconcilia con el maestro
Siempro fue activo e incansable, hasta que en 1990 sufrió un derrame cerebral en París. Carlos Menen, presidente argentino de ese entonces, intervino para que fuese trasladado a un hospital de Buenos Aires. Su patria se había reconciliado con el tango contemporáneo, es más, Piazzolla ya era considerado un héroe nacional.
El 4 de julio de 1992 Piazzolla muere a los 71 años. Su sueño de componer una ópera tanguera nunca se llegó a cumplir. Pero dejó un legado y una obra musical de más de 300 tangos y 50 bandas sonoras. En una entrevista, el maestro dijo: «Tengo una ilusión: que mi obra se escuche en el 2020. Y en el 3000… A veces estoy seguro, porque la música que hago es diferente. Porque en 1955 empezó a morir un tipo de tango para que naciera otro, y en la partida de nacimiento está mi Octeto Buenos Aires.”
Actualmente la Fundación Astor Piazzolla es la encargada de preservar y exponer el legado inmortal del maestro. Su nieto Pipi con su grupo Escalandrum presentó su nuevo álbum 100, en homenaje a su abuelo: “Astor creó una música universal. Se crió en Nueva York, anhelaba ser compositor de música clásica, y a su vez dió sus primeros pasos con Carlos Gardel, y luego con la orquesta de Aníbal Troilo (la más importante de la historia del tango). Esos mundos se mezclaron en él, y el resultado fue su música.
Estoy orgulloso de ser su nieto, y muy agradecido por todos los consejos que me ha dado».
Balada para un Loco por Astor Piazzolla y Roberto Goyeneche
Si quieren conocer más sobre esta celebración visiten su sitio oficial y chequeen la agenda o en las redes como Instagram @piazzolla100.
Pueden leer en La Nota Latina/ La Nota-Latina.com
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