Una de las principales razones sería el incremento de hogares con dos fuentes de ingresos a lo largo de las últimas décadas.
Comer fuera de casa es una práctica cada vez más popular en todo el mundo. En Estados Unidos, de acuerdo al Departamento de Agricultura, este hecho representó el 43% del total del gasto en alimentos en el 2012.
El consumo es el principal componente del PIB de la economía estadounidense. El sector de la restauración lo tiene especialmente presente, tal y como demuestra el informe de ventas minoristas de abril del presente año: por primera vez en la historia del país, el gasto de los consumidores en bares y restaurantes ha superado el gasto en el supermercado.
Además, este informe revela las preferencias del consumidor sobre restauración ya que, en marzo, los americanos gastaron 50.400 millones de dólares en bares y restaurantes en comparación con los 50.100 millones de dólares que gastaron en tiendas de venta de alimentos.
En este sentido, Brian Horrigan, economista jefe de Loomis Sayles (filial de Natixis Global AM) apunta que existen muchos argumentos de que esto es una señal de que está teniendo lugar un importante cambio generacional.
«Es cierto que la cuota de ingresos destinados a comer fuera es más elevada para la Generación Y (los llamados millenials, nacidos a partir de mediados de la década de los 80) que para las generaciones más mayores. Pero, ¿no ha sido siempre cierto que la gente más joven sale más que la gente de más edad?», apunta Horrigan.
El experto de la gestora estadounidense también subraya la importancia de la Generación Y en el mapa del consumo estadounidense. Según el analista, su peso «es enorme, mucho más grande que la generación del ‘baby boom’, y su propio tamaño está atrayendo la atención de todo tipo de negocios, en especial los restaurantes».
Por ello, por todo el país están apareciendo opciones de comida rápida más diversa y de mayor calidad para satisfacer el paladar joven pero exigente de estos nuevos consumidores. Horrigan destaca que sólo se puede especular sobre las razones que están detrás de esta convergencia.
Una de las principales sería el incremento de hogares con dos fuentes de ingresos a lo largo de las últimas décadas. «Sabemos que hoy en día las familias tienden a ser más pequeñas y que es mucho más probable que las mujeres casadas trabajen fuera del hogar. El resultado es que los ingresos de los hogares son más elevados pero su tiempo es más limitado, lo que impulsa a las familias hacia la conveniencia de los alimentos preparados, ya sea en un restaurante o ‘para llevar’, señala el analista.
Por otra parte, el aumento de los hogares con una única persona, como resultado de retrasar el matrimonio, decidir no casarse o por los divorcios, sería otra de las posibles causas de este cambio en el mapa del consumo en Estados Unidos.
Valioso indicador
Según estudio del Banco Mundial, el consumo de alimentos fuera de casa tiene importantes implicaciones para las medidas de pobreza y desigualdad, así como la comprensión de quiénes son los pobres. Esto también influye directamente los análisis de seguridad alimentaria, salud y nutrición, entre otros.
Comer fuera de casa = menos desigualdad
Según la investigación, el consumo de alimentos representa una alta proporción en el consumo total en los países en desarrollo, y es por ello que debe ponerse especial interés en la medición de este tipo de indicador junto con la salud y educación.
Para realizar este análisis se hicieron dos cálculos, uno contemplaba el gasto total en alimentos y el otro diferenciaba lo consumido en casa del consumo fuera de casa. Los resultados fueron sorprendentes. Al incluir la comida consumida fuera de casa, la tasa de pobreza moderada es 16% más baja comparada con el escenario donde solo se usó el gasto total en comida.
¿Por qué? Según el estudio, el incluir en los cálculos los recursos que se destinan a comer fuera compensa un incremento en la pobreza moderada, es decir, una familia que tiene la capacidad de comer fuera puede que no sea tan pobre, comparado con los cálculos si solo se toman los indicadores generales de medición de pobreza moderada.
Aunque la prioridad sigue siendo alimentar a las 800 millones de personas que se van a dormir sin comer, analizar cuál es la relación de la comida y sus fuentes con la pobreza podría ayudar a entender problemas como la desnutrición, la obesidad y la sostenibilidad de los alimentos en el futuro.
Fuente: dirigentesdigital.com
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