“La valentía de contar desde las vivencias cotidianas de un grupo de personajes, la realidad venezolana de un modo poco complaciente”, al mismo tiempo que se destacó la “habilidad” del autor de hacerlo con un “absorbente ritmo narrativo” que refleja las “angustias y preocupaciones” de unas vidas condicionadas por la histeria y las tensiones de un “país pendiente de un líder carismático” (Jurado del Premio Tusquets 2015 a la Novela Patria o Muerte)
Siempre tiene una mitad de sonrisa en los labios, unos alegres ojos claros y una palabra que nos hace reír a carcajadas, porque Alberto Barrera Tyszka es un venezolano de pura cepa, a pesar de sus raíces polacas, sus intentos de ser cura, al principio poeta, hasta convertirse en referencia de la literatura contemporánea hispanoamericana. Con el ingenio de un hábil escritor, nos muestra una Venezuela penetrante, aguda, sutil, sagaz, de la que jamás se desprende, porque es una manera de contarnos y contarse a sí mismo.
Con Barrera Tyszka sólo se puede entablar como se diría en ruso una dushévnie razgavori («conversaciones del alma») porque este seminarista de corazón -aunque se confiese ateo saludable-, es una cita obligada para miles de venezolanos que lo siguen o escrutan desde 1996, a través de su columna dominical del periódico El Nacional, donde es cronista de una Venezuela que ha sufrido transformaciones, decantadas en uno de los perfiles políticos más controversiales de América Latina: Hugo Chávez Frías.
“Chávez supo convertir algunos fracasos en victorias. Pero jamás hizo lo que ustedes están haciendo. Esto de aparecer públicamente castigando a los votantes, esto de tratar de chantajear descaradamente al pueblo, es algo imperdonable. Están negociando con la soberanía de cada ciudadano. Están proponiendo una nueva y grosera forma de servidumbre. Han convertido la revolución en una experiencia humillante. ¿Y en serio creen que, de esta manera, tendrán éxito? ¿En serio piensan que golpeando y amenazando a la gente conseguirán más amor y más lealtad?’”, escribió Barrera Tyszka en su columna del pasado 20 de diciembre del 2015.
Estas crónicas de casi dos décadas, fueron la antesala de la considerada hasta el momento, la más realista y exhaustiva biografía del presidente venezolano, “Chávez sin Uniforme” y hace dos meses fue laureado con el premio Tusquets Editores por su novela “Patria o Muerte”.
¿Qué significa Chávez para el escritor que le ha dedicado dos de sus obras a este personaje de la historia venezolana?
Son dos proyectos distintos. “Chávez sin uniforme” fue una biografía que escribí junto a Cristina Marcano. Es un libro que tiene un pacto muy cerrado y estricto con la verdad, con el ejercicio periodístico, el dato duro, el cotejo de fuentes, etc…”Patria o Muerte” es una novela. Chávez es un referente, que se trabaja con rigor periodístico, pero funciona casi como contexto, como telón de fondo: las historias protagónicas que se narran son todas ficciones. Establecen otro pacto con la verosimilitud y con el lector. En ambos casos, sin embargo, como dices, está presente la figura de Chávez. O podría decirse que están presentes los varios Chávez que existen: el real, el político, el personaje mediático, el mito construcción, el Chávez de la fe…Eso tiene que ver con el protagonismo que tuvo Chávez en el país, en cómo cambió la sociedad. Pero también tiene que ver con nosotros mismos, con la posibilidad de encontrar en la historia de todos estos años un espejo, un espejo para mirarnos, para tratar de entender quiénes somos, quiénes vamos siendo.
¿Cómo evalúas los movimientos que están ocurriendo desde la óptica del denominado Chavismo y desde la oposición o variopinta Mesa de la Unidad?
Creo que es obvio que el chavismo no ha podido digerir la derrota del 6 de diciembre. Está haciendo todo lo que dijo que haría la oposición si la oposición perdía. Lo que han hecho en todos estos días es patético y peligroso. Han descalificado la elección y están legitimando la violencia política. Están demostrando que la democracia solo les parece válida cuando los favorece…Tampoco estoy muy seguro si, del otro lado, la oposición ha digerido bien su victoria. Al principio parecía que no. Comenzaron a hablar como si hubieran ganado la presidencia, como si los hubieran elegido para ser gobierno. Pero, en cualquier caso, fueron elegidos por un Consejo Nacional Electoral que, según el propio chavismo, es el organismo más transparente y seguro del mundo. Son mayoría y tienen el deber de ejercer ese poder en la Asamblea.
Como cronista y columnista, apegado a la permanente crítica con humor ¿Qué avizoras para la sociedad venezolana desde esta perspectiva? Algunos analistas consideran un retroceso la elección de Ramos Allup como Presidente de la Asamblea Nacional ¿Cómo ves estos escenarios?
Me temo que el 2016 será un año muy difícil, económicamente terrible y políticamente muy conflictivo. Creo que hablar de retroceso es redundante cuando tenemos a un Presidente que extorsiona al pueblo en vivo y directo, por televisión. Y, por otra parte, la oposición tiene que entender que hay por lo menos 2 millones de venezolanos que no votaron esta vez por el chavismo y que, en este momento, están muy atentos, pendientes de cómo va a actuar la nueva Asamblea Nacional. En este contexto, no sé si el 2016 le va a dar mucho chance al humor.
“Sentía que las palabras eran música”
Pero ¿quién es Alberto Barrera Tyszka? Este caraqueño de nacimiento, dice no tener una respuesta clara. “Entre otras cosas porque no me gusta mucho hablar de mí mismo. Por supuesto que en mis libros estoy yo, pero de muchas maneras: no como un retrato autobiográfico, más bien de forma difusa, ambigua, fragmentada. Pero en mis libros también está el lector. Litchenberg dice que los libros son un espejo. Uno en la lectura busca y encuentra elementos de uno mismo. A veces, los libros describen más al lector que al autor”.
“Ubico el origen de mi vocación literaria en un proceso que se fragua en la niñez. Cuando yo todavía no tenía 10 años, a veces, los sábados, en el patio de mi casa, mi padre sacaba un libro de poesía y se ponía a leer en voz alta. Leía poesía clásica española, en rima, y también poesía popular venezolana: Aquiles Nazoa, Andrés Eloy Blanco…Para mi aquello era como asistir a un concierto. Sentía que las palabras eran música. Así creo que comencé a fascinarme con esa forma de jugar con el lenguaje”, aseveró.
En el umbral de los 18 años, Alberto Barrera Tyszka quiso ser sacerdote. “Todavía no sé claramente por qué, pero ninguna vocación es pura y, ahora, supongo que un manojo de razones pudieron llevarme a las puertas del seminario. Un mes antes de cumplir los dos años, fecha en que debía hacer los votos, me salí. Estaba furiosamente enamorado de una María que, en muy pocos meses, había derrumbado las ofertas de esa civilización que es la Compañía de Jesús”, contaba en una de sus crónicas.
Sin embargo, a la luz de tres décadas ¿Aún crees en un Dios? La iglesia católica ha traído algunos vestigios de renovación, ¿Crees que para América Latina, la religión ha sido una solución a los problemas de las mayorías?
Me interesa el tema religioso porque fui formado en el catolicismo, fui educado para responder de manera sensible a los asuntos de la fe. Pero, a esta altura, en lo personal, me considero un ateo saludable. No creo en la existencia de Dios y no practico ninguna religión. Tampoco soy demasiado optimista con respecto a la renovación de la iglesia católica. Creo que, ante la pérdida de su propio mercado, está dando un giro necesario en la comunicación y en la simbología, pero eso no significa que haya un cambio profundo. El catolicismo no es solo una religión. También es un Estado, un Estado tratando de sobrevivir.
“Los poetas son un tropiezo incómodo en el lenguaje, un accidente”
Para este egresado y profesor de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, su primer contacto con la literatura fue la poesía. “Yo supe del grupo Guaire en la Universidad. Gracias a Armando Coll . Y sí, fue una experiencia muy importante en mi formación. Ahí, por primera vez, me expuse. Es algo fundamental para cualquiera que desee ser escritor: poner sus textos sobre la mesa, a la vista de todos, para la discusión, para la crítica, para el debate. Los talleres ayudan a profesionalizar la escritura.
¿Es tu verdadera esencia ser poeta?
No sé si es mi verdadera esencia, pero sigo creyendo que la poesía es naturalmente inútil. Sobre todo en el contexto de nuestras sociedades de consumo, de intercambio simbólico con una alta intención publicitaria. A la poesía le cuesta vender, le cuesta incluso venderse a sí misma. Esa es una parte importante de su misterio, de su milagro.
“Lo que hace al escritor es la terquedad y la disciplina”
De la mano de la poesía -que jamás ha dejado-, la vocación literaria de Barrera Tyszka ha transitado varios géneros que van desde la crónica, reportaje, opinión, la narración literaria hasta el guion de televisión, en los que imprime una huella indeleble de un venezolano de su tiempo y su historia. “Me temo que, en principio, escribo para mí, para tratar de ordenarme, de poder situarme ante lo que siento y pienso. Es una forma de estar en eso que algunos llaman “la realidad”.
“Con los años he terminado pensando que, en la vida, las cosas no tiene por qué ser disyuntivas: no todo es O-O. Hay muchas cosas que son Y-Y. Por ejemplo: el escritor nace Y se hace. Creo que hay un asunto de talento natural y sensibilidad. Pero no es, O no tiene por qué ser siempre determinante. Lo demás es la disciplina. Que sí es determinante. Por lo general, desconfío de la inspiración. Todos los seres humanos somos raptados en algún momento por eso que llamamos inspiración….Lo que hace al escritor es la terquedad y la disciplina”, sentencia el narrador.
En cuanto a sus populares y prestigiosas crónicas dominicales que fueron incluso publicadas en un libro titulado “’Un país a la Semana’’”, Barrera Tyszka logra esa vinculación con un público que más allá de las redes sociales, tiene la esperanza de encontrarse en sus líneas, que le expliquen lo que pasa en el país o simplemente reírse de sí mismo y de esta sociedad que vamos siendo y que el escritor, con su fina hilaridad humorística, permite que la vida continúe sin enloquecernos.
“Comencé con un espacio que era muy personal. Eso fue lo que me propuso el periódico en 1996. Una esquina de una página donde podía rayar una crónica personal. Podía escribir y comentar lo que había ocurrido políticamente en la semana, pero también podía escribir sobre un libro, sobre una experiencia cotidiana, sobre mi abuelo, sobre el deporte, sobre el tamaño de las nubes…Pero como con todo en el país, a partir de 1998, la vida se fue polarizando. Y también se polarizaron las crónicas y los domingos. Llegó un momento en que, si escribía sobre el tamaño de las nubes, algún tipo de lector lo reclamaba: la realidad política se convirtió en una urgencia, en un imprescindible que arrasaba con cualquier otro tema. Creo que es algo que, por desgracia, ha pasado en casi todos los ámbitos del país.”, señaló.
La televisión no es un arte, es una industria
Pero el que no haya leído a este laureado venezolano, probablemente ha visto alguna de sus novelas en la televisión latinoamericana. Dramáticos cómo Amanda Sabater (Radio Caracas Televisión, Venezuela), 1989, Déjate querer (Telefe, Argentina), 1993, Géminis (programadora Coestrellas, Colombia), 1995. El árbol de Gabriel (Venevisión, Venezuela), 2011.Secretos de familia (TV Azteca, México), 2013, entre otra decena de seriados, ha inscrito su nombre entre los guionistas de rating de la pantalla chica.
“La televisión logra que los absurdos más enormes a veces nos parezcan sensatos, coherentes. Esa es su misión, su destino: ofrecer una lógica. Diariamente inventa, produce o reitera distintos sentidos de realidad. Los hace digeribles, potables. La televisión vuelve verosímil cualquier cosa”. Y ello porque “Nada es imposible en la televisión, tú lo sabes”, describe el medio, Barrera Tyskza en su novela Rating.
“El rating es lo que justifica todo en la televisión. Por suerte, Corazón de mujer fue un éxito. Ahí, por primera vez, conocí de cerca las bondades del dios rating”, dice el guionista.
“Comencé a escribir guiones por un asunto estrictamente económico. Necesitaba trabajar, ganar plata. Y quería vivir de la escritura. Después de fracasar en distintos lugares, encontré un nicho en la televisión. Ahí he pasado 25 años escribiendo telenovelas y serie. Y sigo sintiendo y pensando más o menos lo mismo. Soy un escritor que se gana la vida como guionista”, explicó.
Más allá de un recurso económico, ¿Qué te ha aportado la telenovela?
Al principio, me tocó ser libretista de muchos proyectos de telenovela tradicional, rosa, clásica. No me sentía demasiado cómodo. Pero tenía que pagar mi aprendizaje. Luego pude hacer algunos experimentos diferentes, trabajé en lo que se llamó la “telenovela de ruptura”, escribí una telenovela de corte político en México, etc…Ahora escribo más series, creo que tengo más libertad con el tema y los formatos. Pero eso también tiene mucho que ver con el hecho de que la industria ha cambiado y está cambiando mucho. La tecnología ha logrado una revolución que era casi impensable: que el poder pase de la televisión a los usuarios. Ahora ese monstruo que era la televisión abierta es un espacio débil que agoniza y los consumidores deciden qué, cómo, cuándo y a través de qué formato ver los contenidos. Eso representa un cambio radical en toda la industria.
“Los premios no te hacen escribir mejor”
Con tres reconocimientos en sus espaldas: Premio Herralde, 2006 y Premio a la mejor novela en lengua extranjera (español) de la Casa Editorial del Pueblo, en Pekín (China), 2007 por La Enfermedad y Premio Tusquets de Novela, 2015 por Patria o Muerte, Barrera Tyskza, dice no creérselo demasiado. “Por supuesto que me contentan los premios. Son muy buenos para las obras, ayudan a la promoción, a la difusión de los libros. Pero no te hacen escribir mejor, no te convierten de manera instantánea en un mejor escritor. Eso solo se logra con lectura y escritura, con esa rara disciplina que llamamos «creación».
El jurado Premio Herralde calificó a la novela La Enfermedad, como “una trama de aparente linealidad que alberga dentro de sí una complejidad temática interna, además de una escritura veloz, desolada y elegante que revela un profundo conocimiento del oficio de escribir por parte de Alberto Barrera Tyszka”.
“He comenzado a trabajar en una nueva novela. Suelo hablar poco sobre mis proyectos porque no soy un escritor con un método claro y bien definido. Avanzo más a tientas, con más intuiciones narrativas que certezas formales. Paso mucho tiempo pensando y saboreando las historias antes de sentarme a escribir. Llevo dos años masticando una probable novela, en el 2016 comenzaré a hacer los primeros intentos por escribirla. Es -o al menos deseo que sea- un relato íntimo, con un solo personaje. Veremos qué pasa”, nos confesó el escritor.
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