Desde hace años se habla de lo perjudicial que puede ser el mal manejo de la información para incidir negativamente a través del engaño en la población. Incluso existe una ciencia que estudia la difusión deliberada de la ignorancia. Hoy con la inmediatez que nos brindan la internet y los medios de comunicación es muy fácil confundir y desmotivar a la gente. Basta ver cómo reaccionaron los británicos al “Brexit” y una vez que cayó la libra esterlina y se sacudieron los mercados mundiales, más de un votante a favor salió a arrepentirse, muchos dieron como excusa que ni sabían exactamente por qué votaban. ¿Manipulados, manipulables?
Ha pasado tiempo y aún el Reino Unido se lo está pensando, si se van o retornan a la unidad europea. Vaya lección. Hoy deberíamos revisarnos, pues con cada proceso electoral o con cada gran planteamiento, por ejemplo, el caso de Venezuela que está en el tapete a nivel mundial hace replantearnos sobre qué tanto necesitamos estar bien informados para decidir qué bando tomar.
Les traigo a colación este tema, porque hoy más que nunca es fundamental investigar, leer, informarse antes de tomar una elección, ya sea a nivel personal o colectivo.
Robert Proctor, historiador científico de la Universidad de Stanford (EE.UU), indagó en las prácticas de las firmas tabacaleras y en cómo propagaban la confusión en torno a si fumar causa cáncer. La industria tabacalera determinó las mejores tácticas para vender un producto cancerígeno a la gente sembrando la duda y creando controversia, pues no quería que el público consumidor y los no consumidores se enterasen del daño mortal que causa el tabaquismo y para ello invirtieron cifran multimillonarias a nivel mundial ocultando información vital para la salud del ser humano.
El historiador llegó a decir: “La ignorancia es poder y la agnotología es la creación deliberada de ignorancia”. La agnotología es el estudio de actos deliberados para sembrar la confusión y el engaño, normalmente para vender un producto o ganar un favor. Proctor recurrió a la ayuda del lingüista de la Universidad de Berkeley (California, EE. UU), Iain Boal, y juntos desarrollaron el término.
“La ignorancia no es solamente lo aún no conocido, es también una estratagema política; una creación deliberada de agentes poderosos que quieren que no sepas”.
La agnotología es importante hoy en día. Se utiliza mucho a nivel político como también empresarial. Basta con recordar las campañas de los candidatos en pleno proceso de elecciones en Estados Unidos o en América Latina. Incluso, se suele emplear como pretexto a través de que, en favor de analizar la verdad, siembran la duda más bien. Pasa mucho con los fumadores que niegan el perjuicio del tabaquismo alegando que hay dos versiones de cada historia y no hay una investigación determinante desvirtuando la verdad y propagando la ignorancia.
En sus estudios Robert Proctor se dio cuenta de que la industria tabacalera rebatía las tesis comentando que los resultados de las investigaciones sobre efectos del tabaco en ratones no eran aplicables a humanos y por tanto la gente no estaba en riesgo, cuando en sí, los resultados médicos eran perjudiciales y hasta mortales en los fumadores. Y agrego que en los no fumadores los efectos son más perjudiciales, y lo digo por mi misma, nunca he fumado y tengo placa de fumadora, por el hecho de vivir a una cuadra de una tabacalera.
Agnotología: la era de la ignorancia
Hoy a través de Internet, las redes sociales y los canales de noticias globalizados llega todo tipo de información a la gente. Cada quien analiza la existencia como puede, convirtiéndose en presa de poderosos intereses. Basta observar el dominio de la información a través de los grandes conglomerados, cuyos dueños son unos pocos.
La información está disponible, lo que no es accesible es el conocimiento. Hay mucha información o datos por doquier, el problema está en la capacidad de procesamiento, análisis y síntesis de cada quien. Allí es donde la fe, la tradición o la propaganda pueden influir más que el conocimiento. Simple de observar en casos como el florecimiento de posiciones radicales extremistas bien sea a nivel de religión, política o economía.
Cuando una sociedad es prácticamente analfabeta, es más susceptible a tácticas tendientes a confundir y ocultar la verdad. Generalmente sucede cuando el público no entiende el tema o no ve la necesidad inmediata de hacerlo y quedan vulnerables a la actividad de firmas comerciales, grupos políticos o religiosos que trabajan arduamente para crear confusión sobre el tema.
En el caso de la consulta británica con el referéndum por la salida del Reino Unido de la Unión Europea se puede entrever en las reacciones posteriores que así ocurrió. Se promovió cierto tipo de información basada más en las dudas, el miedo, el nacionalismo. Un tema tan importante que no solo les afecta a los británicos sino a la comunidad europea y que toca las finanzas mundiales pasó por el tamiz de posturas políticas, pases de factura entre partidos, reclamos históricos nacionalistas y miedos colectivos. Así la gente fue a votar más con confusión que con una información sólida que le permitiera decidir sabiamente.
Lo mismo pasa en América Latina o en Norteamérica, con el caso Trump, el muro, los grupos extremistas de países árabes y recién con el caso de Venezuela. En todos se observa el mismo patrón: se juega a la desinformación, a la creación de mucha información manipulada para que cada quien caiga en el bando de intereses creados. Por eso decía Proctor que no se trataba de hechos sino de fluir desde y hacia esos hechos.
El problema radica en que, al tener herramientas como Internet con una cantidad ilimitada de medios de información, la gente no se hace más experta: muchos darán por sentado lo primero que leen. Mientras que los más inteligentes buscarán más, ahondarán en los buscadores leyendo y personalizando sus búsquedas, otros se conformarán con el primer clic y de allí con lo primero que lean.
Tomar decisiones podría ser muy fácil, pero no necesariamente son decisiones inteligentes. Los expertos en esta materia apuntan hacia eso, que la gente está desvirtuando la información y tomando decisiones a la ligera sin tener plena base de qué se le está requiriendo. De allí que los expertos en el tema aconsejen que siempre, siempre, consulte otras fuentes antes de tomar una decisión. Quizás sea mucha información, pero nunca es suficiente.
Si quiere tener control sobre su vida, su empresa, sus decisiones, lo mejor es informarse, consultar a otros, pedir asesoría para luego deliberar y procesar qué es lo que más conviene. Aplíquelo a su vida y también a la vida ciudadana, porque estamos inmersos en procesos históricos y un simple voto o decisión afecta la vida colectiva.
Por Evelyn Navas @ecnaproasesoria
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