El libro “La Han despedido otra Vez”o «They have fired her again», de la escritora Claudia Hernández, es para quien busca modos no tradicionales de contar historias. Es una obra excepcional, un desafío para un lector con un poco más de kilometraje.
Era sábado por la noche, el vikingo y mi hijo mayor se habían ido temprano a un campamento de scouts y volverían al otro día. El chiquito, como suele ocurrir cuando los otros vikingos se van, estaba acampando en mi dormitorio y se daba vueltitas en el sillón reclinable con tal de no rendirse al cansancio de un día ajetreado. Yo tenía muchísimas ganas de ponerme al día con episodios atrasados de “Jane, the virgin”, que es lo más cercano a telenovela latina benévola, sin traficantes disfrazados de héroes, que ofrece la televisión. Por eso, cada vez que notaba el respirar un tanto profundo y sonoro de mi hijo –a veces ronca- me acomodaba para encender la televisión y claro, el pergenio se despabilaba liquidando todo ideal de felicidad al que una madre puede aspirar un sábado por la noche: ver tele en paz.
Resignada a que el nene no se dormiría luego, lo cual implicaba renunciar a ver un episodio completo porque nunca he sido pájaro nocturno, recordé un libro que recibí por correo hacía unos siete u ocho meses, un libro que me regalaron por haber colaborado en una colecta por internet: “La han despedido otra vez” (They have fired her again) de Claudia Hernández. Así es que lo abrí y me puse a leer, con cara larga al principio, aceptando mi derrota, pero muy pronto con admiración y hambre literaria. Entremedio el niño se durmió, roncó a pierna suelta y pasaron las horas, no sé cuántas, pero no pude dejar de seguirle el paso a estas mujeres allegadas a Nueva York, estas inmigrantes de Centroamérica, de México, de Rumania, de…
No recuerdo cuándo fue la última vez que me arrobó la lectura de un libro y menos de un libro que a primera vista parece no ser fácil, porque hay la voz de un narrador que cuenta la historia en primera persona, un YO que se va transformando, adquiriendo la mirada, las ropas, la musicalidad de cada uno de los personajes. Pero cuando agarré el hilo, grande fue el goce de desenredar la madeja. Este es un libro para quien busca modos no tradicionales de contar historias. Es una obra excepcional, un desafío para un lector con un poco más de kilometraje. Existe, además, una fauna maravillosa, unos animalitos bellos e inquietantes que recorren el libro a la par de las voces que trenzan la historia.
Cuando cogí el libro, no tenía idea de quién era Claudia Hernández y, confieso, ya me agarró la máquina de la vida y la escuela y las tareas y el ¿mami, dónde están mis zapatos de fútbol?, así es que la determinación de hacerle una mínima búsqueda en Google ha quedado sepultada bajo el peso del diario vivir. Pero aun así, con todos los almuerzos que preparar y los calcetines que lavar, quería robarle un tiempo a la rutina para compartir con ustedes este libro, que me tomó por sorpresa, me inundó de palabras, que me salvó de una noche que de otro modo hubiera sido demasiado corta y poco memorable.
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