La historia tiene sus ironías: en 1879 se introdujo la cocaína a los Estados Unidos para tratar la adicción de esos momentos, la morfina, dicha condición no sólo fue superada sino sustituida por la nueva droga. Alfred Noble es conocido por haber creado el Premio Nobel de la Paz; no obstante, su creación más influyente fue la dinamita, que, aunque fuera útil para diversas cosas, su uso principal se dedicó a la guerra. El legendario líder humanista de Burkina Faso, Thomas Sankara, fue llevado al poder en 1984, luego depuesto y asesinado por la misma persona, en 1987, su amigo de armas el Capitán Blaisse Compaoré. En el caso de Israel, la ironía radica en que el mismo organismo que propició su creación tras la Segunda Guerra Mundial (Organización de las Naciones Unidas) es el que, de manera recalcitrante, se empeña en condenarlo una y otra vez con argumentos no sólo anti-jurídicos sino manifiestamente falaces y de un talante tan antisemita que es capaz de llevar a la negación de la historia misma.
El sesgo de la ONU no es una mera percepción, sino un hecho público y notorio. Así lo han demostrado tanto el ex – Secretario General de Naciones Unidas Ban Ki-moon como el actual, Antonio Guterres, quiénes se han pronunciado en torno al tratamiento desproporcionado e injusto hacia Israel por parte de los Estados miembros. Ningún otro Estado ha recibido tantas condenas, ningún otro está en la agenda permanente en diferentes órganos y comités de la ONU.
El foro de la ONU en el cual Israel recibe las condenas más oprobiosas, es definitivamente el Consejo de Derechos Humanos (CDH). Pudiera pensarse que esta instancia tiene algo que decir con respecto a China, cuyas ciudadanas son obligadas a abortar; Corea del Norte, un verdadero Estado-prisión; Arabia Saudita, donde los homosexuales son ejecutados por el sólo hecho de serlo o incluso Venezuela, donde los disidentes al gobierno son encarcelados o ajusticiados en las calles por las fuerzas del orden público. Pues no, no tiene nada que decir. De acuerdo con cifras de la organización United Nations Watch (UN Watch), desde su creación en el año 2006 hasta 2016, el CDH ha aprobado 135 resoluciones criticando a diversos países, de las cuales 68 han sido en contra de Israel (literalmente la mitad). La Asamblea General de las Naciones Unidas durante el período 2012-2015 adoptó 97 resoluciones sancionando a distintos Estados, de las cuales 83 estuvieron dirigidas a Israel.
Por su parte, la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura) no ha publicado ningún pronunciamiento expresando su repudio a la organización terrorista HAMAS por utilizar escuelas en Gaza como plataformas para lanzamiento de misiles hacia territorio israelí. Empero, adopta 10 resoluciones al año de las cuales, desde 2013, el 100% condena a Israel; destacando la infame resolución del 2016 identificada con el número 200 EX/PX/DR.25.2 Rev. y el título “Palestina ocupada”, a través de la cual niega la conexión histórica de Israel y el pueblo judío con el monte del templo en Jerusalén.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ni siquiera adopta resoluciones en contra de países. Sin embargo, una vez al año, publica un manifiesto proscribiendo a Israel. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su conferencia anual, sólo produce un informe – país en específico (Israel); la economía más sólida del Medio Oriente, donde hombres y mujeres árabes, judíos, cristianos, musulmanes, blancos, negros, palestinos, israelíes y de cualquier nacionalidad, origen étnico u orientación sexual tienen garantizado el derecho al trabajo en áreas tan importantes como las fuerzas armadas, el parlamento y la Corte Suprema de Justicia. ¿Ocurre lo mismo en los vecinos países árabes?
¿Resulta entonces sorpresivo que el Consejo de Seguridad de la ONU convoque a una reunión de emergencia para condenar el reconocimiento de Estados Unidos a Jerusalén como la capital de Israel? ¿Dónde está el mismo criterio de urgencia ante las recientes manifestaciones de la sociedad civil exigiendo libertades en Irán por ejemplo? A la luz de esta evidencia ¿puede presumirse la buena fe de los Estados miembros de las Naciones Unidas al abordar cualquier tema que involucre a Israel? ¿Puede alguien en su sano juicio asumir que los argumentos utilizados en los diversos foros se enmarcan en el contexto del Derecho Internacional o que incluso respetan la mismísima verdad histórica?
Facebook: www.facebook.com/franciscojtovarb / Twitter: @franciscojtovar / Instagram: @franciscojtovar
- Venezuela, la izquierda y el sesgo sangriento - febrero 4, 2019
- Martin Luther King Jr: sobre la cima de la montaña - enero 21, 2019
- Cómo puedo planificar mi vida (Parte II) - diciembre 3, 2018