La semana pasada la mayor de mis tias cumplió 63 años y cuando llamé a saludarla, lo primero que me dijo fue, “¡Todavía no puedo creer que tengo todos esos años!” y la verdad es que yo tampoco, porque esto también significa que yo estoy acercandome al cuarto piso.
Cuando tenía veinte años, recuerdo que me burlaba irónicamente de las mujeres y hombres que se quitaban los años. El afán de demostrar una edad que solo existía en su imaginación me parecía ridículo y deseperado. Sin embargo, al parecer este tipo de demencia selectiva, tiene un poderoso efecto sobre la expectativa de vida de un individuo.
Durante más de ocho años, los doctores Isla Rippon y Andrew Steptoe, miembros del Departamento de Epidemiología y Salud Pública de University College London de Inglaterra, evaluaron a casi 6.500 hombres y mujeres con una edad promedio de 65.8 años. Los resultados fueron publicados en 2015 en el artículo Feeling Old vs Being Old (Sentirse Viejo vs Ser Viejo) con una interesante conclusión.
Al cabo de 99 meses de seguimiento, la tasa de mortalidad de los individuos que se sentían mayores que su edad cronológica fue 24.6%. La tasa de quienes se sentían acorde con su edad fue 18.5%, y la tasa de los individuos que se sentían menores que su edad fue 14.3%.
Según los autores del estudio, luego de ajustar las variables del estado de salud de los participantes al inicio del estudio, incapacidades y otros comportamientos, aquellos que se sentían mayores que su edad cronológica experimentaron un 41% más de riesgo de muerte en comparación con las personas que se sentían menores.
En otras palabras, quitarse los años es saludable. Si uno no se cree la edad que el documento de identidad tiene impresa, ¿quién lo va a obligar?
Hay un dicho popular que escucho frecuentemente: “La edad está en la cabeza”. Obviamente, no estoy diciendo que la mente tiene el poder de frenar el paso de los años o curar enfermedades terminales. Sin embargo, vivir la vida a plenitud, sin adoptar los dogmas que la sociedad impone–sobre todo a las personas jubiladas–puede cambiar el rumbo de los años en la vejez.
A modo de chiste, las tarjetas de cumpleaños de los 50 años hacen alusión a personas de avanzada edad, sordos y cojos, y el imaginario colectivo le pone una etiqueta de tercera edad a todos los “veteranos” indiscriminadamente.
No obstante, el cambio cultural a nivel mundial que ha ocurrido en la última década, el cual ha centrado sus esfuerzos en combatir el sedentarismo y promover una alimentación y estilo de vida saludables, ha extendido la expectativa de vida considerablemente.
Por ejemplo, los hombres y mujeres mayores de 90 años es actualmente el segmento con mayor crecimiento en la población estadounidense.
Hoy más que nunca las personas maduras participan en maratones, deportes extremos y actividades que los mantienen a la vanguardia de sus hijos y hasta de sus nietos. Vivir la vida con una actitud jovial, a pesar de los impedimentos físicos, nos garantiza poder soplar más velitas en los pasteles de cumpleaños.
Entonces, teniendo en cuenta lo anterior, se puede decir que los 60 son los nuevos 50, los 50 son los nuevos 40 y los 40 son los nuevos 30. Siendo así, ¡yo apenas estoy llegando al tercer piso!
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