Beatriz Ledesma se inició en la pintura buscando un refugio espiritual y emocional debido al caos social y político que vivía Argentina en la década de los años setenta. En su país obtuvo una certificación en dibujo y pintura en el año 1976, pero la artista decidió emigrar a Estados Unidos en el año 1978 y se residenció en Chicago donde ha desarrollado una interesante carrera llena de éxitos profesionales.
Obtuvo un Máster en Bellas Artes y en Arteterapia por la escuela del Instituto de Arte de Chicago (1988), obteniendo formación artística adicional de Helen Oh (pintura al óleo tradicional), de Carol Dolan (pintura al temple de huevos), y grabado (aguafuerte) bajo la dirección de Audrey Niffenegger, entre otras importantes certificaciones.
A Beatriz le puede encajar perfectamente el axioma que dice que “nadie es profeta en su tierra” pues su trabajo creador en Chicago le ha valido múltiples reconocimientos y la ha llevado a utilizar su técnica de colores fuertes, audaces y vibrantes para denotar las emociones al trabajar la oscuridad a la luz, creando un movimiento visual único, cuyo objetivo es poder “guiar al público en un viaje interior de reflexión personal y de transportar al espectador a la hora de ver mi trabajo”.
Su interés en el psicoanálisis, sus aplicaciones prácticas y el uso del arte como forma de curación la motivó a avanzar en su conocimiento clínico en el tratamiento psicodinámico en la Universidad de Chicago (2001). En 2009 obtuvo un doctorado en Psicoterapia, que se centró en el uso de la elaboración de arte en el tratamiento clínico de adultos en el Instituto de trabajo social clínico. Ella mantiene su práctica clínica en el área del centro de Chicago trabajando principalmente con adultos que buscan psicoterapia individual y cuyo efecto sanador trae al paciente maravillosos resultados.
–¿Cómo, cuándo, cómo y por qué se inició su acercamiento con el arte?
–Mi contacto con el arte comenzó en mi casa, pues mis padres eran cantantes líricos: mi madre soprano y mi padre tenor y mi papá era carpintero también. En mis años de adolescente, y como respuesta a el caos social y político que vivía mi país en los 70s (Argentina- guerra sucia). Puedo decir que el arte fue mi refugio espiritual y emocional. Me encontré entonces en el taller de pintura del maestro Luis López en donde recibí instrucción tradicional en métodos de pintura. Al poco tiempo había ingresado al Instituto de Bellas Artes de Buenos Aires, en cursos de dibujo y escultura. Puedo decir que el arte fue mi refugio espiritual y emocional
–Cuál fue la primera obra que realizaste, ¿recuerdas qué expresabas?
–Les envío una imagen de mi primera pintura- un oleo sobre madera 5.5″ x 6″. Mi foco en realidad era poder descargar en la tela la tensión interna que me producía vivir en un Buenos Aires lleno de tensión política-social. El dejarme ir con los colores, con una mano suelta, y un inconsciente fluido, me dirigían- y puedo decir que me siguen dirigiendo hoy-, aunque con mayor conocimiento de técnica y del medio a usar.
–¿Cuál ha sido la obra que más te ha marcado?
–No sé si tengo una obra en particular que me ha marcado. Cada pintura para mí es un camino nuevo, un desafío creativo por así decir. Y desde ese punto de vista, cada pintura me marca internamente.
–¿Cuánto tiempo te lleva concebir un cuadro?
–El cuadro comienza primero con una sensación, una fluidez de energía creativa que se une con un pensamiento. Pueden pasar meses antes de marcar la imagen en la tela. Una vez la imagen tiene presencia en la tela comienzo a trabajarla con óleo. Me puede llevar hasta 5 o 6 meses completarla. A veces trabajo en más de una obra al mismo tiempo- especialmente si la obra es parte de una serie.
–¿Qué quieres transmitir en tus pinturas?
–Mi objetivo es poder guiar al público en un viaje interior de reflexión personal.
–¿Algún maestro que haya influido en tu trabajo creador?
–Luis López y Osvaldo Rainoldi en Buenos Aires. El trabajo de surrealistas y simbolistas: Odilon Redon, Remedios Varo, Leonora Carrington, Louise Bourgeois, Wassily Kandinsly, Salvador Dalí.
–¿Cuál fue la mayor dificultad que se te presentó en el camino de ser pintora y cómo la superaste?
–La mayor dificultad fue la de ser una pintora mujer, sin interés en relación emocional tradicional o deseos de ser madre- lo que en mi tiempo y dentro de una sociedad patriarcal, era esperado. Mi meta siempre fue seguir a mi energía intuitiva, mi pasión por mantenerme “truthful to myself”. Fortaleza espiritual y profunda convicción en mi camino.
–¿Qué es lo más importante en la vida de Beatriz Ledesma?
–Mantenerme honesta conmigo misma.
-¿Qué aconsejarías a los que empiezan en este mundo de la pintura?
–Seguir la voz interior- esa intuición que siempre está en nuestro interior-. Experimentar y al mismo tiempo aprender los métodos tradicionales de pintura. Mantener foco, disciplina, y perseverancia.
-¿Qué diferencia tu arte del trabajo de otros pintores latinoamericanos?
–Esta es una pregunta bastante amplia, pero podría decir que mi trabajo es básicamente simbólico, donde un solo objeto es una metáfora que se entiende con tiempo, desde una perspectiva de diálogo interno entre la obra y el que la observa.
–¿De qué manera tus raíces latinas ejercen influencia sobre tu trabajo?
–A través de los colores intensos que uso como manifestación emocional y realismo mágico que sostiene la realidad latinoamericana.
–¿Cómo calificas tu trabajo?
–Realismo mágico, simbólico-espiritual.
–-¿Cómo se puede definir Beatriz?
–Mujer apasionada, creativa, espiritual, llena de energía, entusiasmo, y deseo de saborear la vida profundamente.
–¿El arte puede ser beneficioso para la salud mental?
–¡Absolutamente! Es una herramienta que, dirigida por un/a terapista de arte, puede ayudar a apaciguar ansiedad, dar forma a pensamientos depresivos que atormentan la mente, fomentar mayor conocimiento de uno mismo
–¿De qué manera se expresa tu interés en el efecto sanador del arte?
–Manteniendo una práctica clínica independiente en donde ofrezco psicoterapia de arte a adultos estables mentalmente pero que están necesitando claridad y guía emocional y espiritual.
–¿Cómo puede llegar el arte a ser un tratamiento para la salud mental?
–Psicoterapia artística puede ser una modalidad alternativa de tratamiento de salud mental- en relación a un tratamiento analítico-, en donde el proceso creativo es lo importante y, en donde el trabajo producido pasa a ser un elemento externo que posibilita una exploración profunda de los temas que se están explorando en el tratamiento analítico.
–Tiene usted una larga lista de exposiciones y reconocimientos, ¿cuáles han sido los más significativos?
–Aquellas exposiciones que me permiten conocer otros artistas y descubrir sus procesos creativos. De allí que trabajo colaborativo, con otras formas de expresión artística, son muy apreciadas para mí. Una de mis últimas colaboraciones fue con un músico de jazz de Jamaica con quien colaboré en un experimental workshop de tres días dentro de la primera conferencia de arte llevada a cabo en Kingston, Jamaica. Siempre salgo enriquecida y con una perspectiva mayor de mí, de mi trabajo, y del proceso creativo.
–¿Hay alguna actividad especial o ritual que ayude a la inspiración?
— La meditación.
–¿En qué proyectos te encuentras trabajando actualmente?
–En una muestra de tres artistas inmigrantes en una galería localizada en el barrio de Logan Square en Chicago. La muestra «Broken Borders» tiene como foco principal el desplazamiento de seres humanos de sus países natales debido a la guerra. Mi interés principal es el impacto emocional y espiritual del desplazado. También estoy trabajando en la continuación de una serie «Memories on Canvas» sobre objetos que encierran una memoria emocional. Igualmente he comenzado a publicar semanalmente en mi blog sobre temas de mi interés relacionados con el arte y la vida en general.
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