Michoacán es verde. Y también es artesanía, tradiciones, historia, una gastronomía muy marcada, lagos y suaves cerros.
Aunque esta región situada entre Jalisco y el Estado de México es una de las más perjudicadas en cuanto a imagen en los últimos años, hay una parte de Michoacán que aún acoge a los viajeros con los brazos abiertos y les descubre –de forma segura– una muy buena representación de la esencia de México.
Michoacán acoge uno de los festivales de cine más famosos del país (el de Morelia); es una de las regiones que más celebra, el 1 de noviembre, el día de los muertos; produce la mitad de los aguacates que se consumen en el mundo y, además, disfruta anualmente de uno de los espectáculos naturales más conocidos internacionalmente: la migración de las mariposas monarca a los santuarios michoacanos. De Morelia, la capital del estado, al lago de Pátzcuaro, ruta por Michoacán en estas cinco paradas.
Morelia
Esta ciudad, patrimonio mundial de la Unesco, posee un centro histórico perfectamente conservado en el que destacan la catedral y la luminosa Plaza de Armas. El barroco se entremezcla en sus calles con las viviendas típicamente mexicanas, muy coloridas.
Esta pequeña capital, que cuenta con un museo dedicado únicamente al dulce, ha buscado en la gastronomía una forma de reinventarse, hasta convertirse en un destino turístico de primera. Uno de los principales promotores ha sido el restaurante La Cocina Michoacana, dentro del Hotel Casino, en el centro de la ciudad. Este local fue pionero en la utilización de productos locales –aguacate de Uruapan, chile moreliano, maíz nativo de Pátzcuaro, trucha de Zitácuaro– como ingredientes gourmet para potenciar la cocina típica de la región.
Capula
A poco más de veinte kilómetros de Morelia se encuentra este pequeñísimo pueblo en el que, desde la entrada, se puede apreciar cuál es el sustento de la economía local. Capula es el corazón michoacano de la artesanía de barro, de hecho, el municipio cuenta con la denominación Región de Origen para tres tipos de artesanía diferentes: la alfarería punteada, las Catrinas de barro y la loza tradicional.
Quiroga
La artesanía también es protagonista en Quiroga, pero en un segundo plano, ya que las verdaderas protagonistas de este municipio son las carnitas. Este conocido plato mexicano es, en realidad, las diferentes partes del cerdo preparadas con manteca. La carne del animal se sazona también con tequesquite (de origen prehispánico) y otras hierbas, se fríe y, finalmente, se baña ligeramente en refresco de cola, lo que le otorga ese tono dorado a la carne.
Es facilísimo degustar estas carnitas caminando por la calle, ya que hay decenas de puestos por todo el pueblo que invitan al turista a probar este plato en forma de taco. Los amantes del dulce también estarán felices en Quiroga, pues otro de los productos típicos son los chongos: leche cuajada con azúcar y canela.
Tzintzuntzan
De camino al lago de Pátzcuaro, ya rodeándolo desde arriba, se encuentra este pueblo mágico de calles empredradas que, en tiempos prehispánicos, fue la capital de los tarascos. De ahí viene también su nombre, que en lengua tarasca significa “lugar de colibríes”. Aquí puede visitarse el imponente convento franciscano, rodeado por un gran prado verde, así como una zona arqueológica conocida como Las Yácatas, compuesta de cinco edificaciones piramidales.
Tzintzuntzan es, además, otro pueblo idóneo para adquirir artesanías de todo tipo, desde alcancías de mimbre, muebles de madera o utensilios de barro.
Pátzcuaro
El final del camino se esculpe en verde y dorado en Pátzcuaro. Esta pequeña ciudad colonial, entre bajas colinas, es la puerta de entrada al lago de Pátzcuaro, uno de los más grandes y bellos de la región. Sin embargo, el lago es solo uno de los atractivos de esta ciudad que ofrece, además, enormes plazas con soportales, parques, calles empedradas, casonas con enormes patios coloniales, una bonita basílica, el gran Templo del Sagrario o la Casa de los Once Patios, un centro con artesanías de la zona.
Pátzcuaro es también, junto a Morelia, uno de los centros más representativos de la cocina tradicional michoacana, donde se puede degustar desde el tradicional chocolate negro a platos como la sopa tarasca (a base de frijoles, tomate y chile), las enchiladas morelianas o las corundas (similares a los tamales).
Fuente: elpais.com
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