Un viejo astillero de la armada estadounidense en Nueva York alberga actualmente a varias compañías dedicadas a la robótica, las aplicaciones móviles, los robots, la nanotecnología o la inteligencia artificial.
El japonés Tadao Ando, uno de los arquitectos más prestigiosos del mundo, resumió su visión de la arquitectura en una sola frase cargada de intención humanista: “El espacio arquitectónico sólo cobra vida en correspondencia con la presencia humana que lo percibe”. Cabría añadir que no sólo es la percepción lo que entra en juego; un edificio tiene sentido por la utilidad para la que fue concebido y por las personas que lo habitan y transitan. La de Ando se puede leer como una concepción utilitaria, pero también como una decisión ética: colocar el diseño, los materiales y la estructura de una construcción al servicio de los seres humanos.
En el caso del US Navy Yard de Brooklyn, el astillero de la armada estadounidense desde el que salieron varios de los acorazados que participaron en las dos guerras mundiales, el edificio fue pensado para hacer cosas (en el sentido más estricto de la expresión, la de manufactura). Y esa sigue siendo su función, aunque desde hace ya muchos años no hay lugar en esta impresionante nave de Nueva York para los cascos, las cubiertas y los motores de los barcos.
Bautizado como New Lab, el espacio está habitado ahora por científicos, programadores, tecnólogos o emprendedores, y alberga varias compañías dedicadas a la robótica, las aplicaciones móviles, los robots, la nanotecnología o la inteligencia artificial. Una comunidad diversa, a la vanguardia tecnológica y que se enriquece de las sinergias provocadas por compartir este espacio emblemático.
Los artífices de la transformación del astillero son David Belt y Scott Cohen, quienes convirtieron la impresionante nave de maquinaria en un taller multidisciplinar y vanguardista de 84.000 metros cuadrados soportado por 9.000 toneladas de acero para dar cobijo a 50 pequeñas compañías. Estas empresas, además de tener la oportunidad de colaborar entre ellas, se benefician de la tecnología que New Lab pone a su disposición para que todo el proceso de creación (desde el diseño al prototipo y la fabricación) pueda hacerse bajo el mismo techo.
New Lab abrió sus puertas en otoño del pasado año, y ha sido descrito por los medios estadounidenses como “el paraíso de la tecnología” (Vanity Fair), “el corazón tecnológico de Brooklyn” (Financial Times) o “el lugar donde se imagina el futuro” (New York Magazine). Tal vez suene exagerado, pero es posible que alguna de las ideas que ahora está naciendo en este imponente edificio de acero cambie nuestras vidas…
Fuente: abc.es
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