El empresario que fundó el célebre circo en 1871 impulsó en la ciudad de Sarasota, Florida, un museo dedicado a contar la historia del espectáculo circense en Estados Unidos; es además, un exquisito centro de arte.
La ciudad balnearia de Sarasota, Florida -cerca de la bahía de Tampa, a 300 km al oeste de Miami- se enorgullece de ser «la capital mundial del circo». A tal punto que allí funcionan hoy conservatorios y escuelas de las distintas disciplinas artísticas. Y todo eso, por supuesto, empezó con John Ringling (1866-1936), que empezó como malabarista en Wisconsin, hasta llegar a ser un magnate del espectáculo.
Fue en 1927 cuando Ringling, ya millonario, estableció en Sarasota un lugar de descanso para su troupe. Allí acampaban todos los años en invierno los elencos artísticos del circo. Durante la euforia económica de la década de 1920 las acciones del circo Ringling se llegaron a cotizar en Wall Street. Y entonces el magnate creó en Sarasota un verdadero centro cultural (www.ringling.org) que luego donó al estado de Florida antes de morir.
Hoy las treinta hectáreas del complejo The Ringling son gestionadas por la Universidad de Florida y allí funciona el Circus Museum, también el John & Mable Ringling Musem of Art, además del Asolo Theater y la mansión del millonario, «Cá D´Zan» (en dialecto veneciano «la casa de John»), con sus habitaciones inspiradas en un palacio de Venecia (www.visitsarasota.org).
La Universidad de Florida recicló en 2016 el Ringling Museum of Art con la idea de restablecer las 21 galerías del palacio, de estilo renacentista, que tiene una hermosa vista a la bahía de Sarasota. Allí se exponen maestros europeos como Rubens y también obras contemporáneas de James Turrell, un artista de la luz. Tiépolo y Veronese son algunos de los maestros incluidos en la colección de 350 pinturas barrocas y renacentistas compradas por el matrimonio Ringling en Europa. Pero además hay arte medieval y del Japón.
Claro que son mayoría los chicos y grandes que hacen cola para entrar en el Circus Museum, creado en 1948. Entre muchas otras cosas, allí se guardan 8.000 afiches de artistas circenses de distintas épocas. Por caso, los carteles que anuncian a Mabel Stark, la primera mujer domadora de tigres en Estados Unidos, alguien que era capaz de encerrarse con 18 tigres de Sumatra. No faltan vestuarios de artistas ni carrozas de desfile, coches de caballos y también el cañón que disparaba al «hombre bala» hacia las alturas. Y está el «Wisconsin», el vagón de ferrocarril privado que usaba John Ringling en sus giras por el país.
En 2006 se agregó a este museo el edificio del Tibbals Learning Center, con una experiencia multimedia -hay proyecciones en 3D, fotografías y videos- que cuenta la historia de la tradición circense en Estados Unidos. Es un homenaje a los shows de ayer y de hoy, desde los que hacía Buffalo Bill en el siglo XIX hasta el contemporáneo Cirque du Soleil, entre otros espectáculos.
La estrella de esta exposición es una gran maqueta creada por Howard Tibbals, que mide 353 metros cuadrados y recrea en escala las instalaciones, la vida cotidiana y el público que veía una función del Ringling and Barnum & Bailey Circus en su época clásica, entre los años 1919 y 1938. Se sabe que Tibbals, aficionado al circo, empresario y artesano en sus ratos libre, le llevó cincuenta años construir esta maqueta. Tiene 44.000 piezas, todas ellas hechas a mano. Hay allí desde figuras de 1.500 artistas del circo y animales exóticos hasta las 7.000 pequeñas sillas que había en aquel circo de varias pistas. Y también se pueden ver 152 vagones de ferrocarril exquisitamente decorados: en esa época había tres elencos del Ringling viajando en sus propios trenes por el país.
Vale saber que con una entrada de 25 dólares se accede al barroco mundo creado por John Ringling en Sarasota. Y el punto final debería ser una visita al Asolo Theater, un magnífico teatro veneciano del siglo XVIII que fue transportado hasta Sarasota en la década de 1940. Allí los visitantes verán el documental dedicado a la vida los Ringling, creadores del circo moderno. Y para los más nostálgicos, se puede comprar en la tienda del museo una copia del film dirigido por Cecil B. De Mille en 1952, «The Greatest show on Earth», donde la estrella era el mundo del circo. Es que el cineasta siguió durante tres años a las troupes del Ringling por todo el país filmando sus números artísticos, que hoy son un documento de época invalorable.
Fuente: clarin.com
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