El día aclara | La Nota Latina

El día aclara

Ha habido largas discusiones sobre el contenido o la forma en un poema. Se vienen a la memoria los surrealistas, la metafísica y los New Agarians, desenfrenando el verso libre hacia lo que Jack Kerouac llamó “Spontaneous Bop Prosody”, y que se puede caracterizar como un discurso entrecortado y libre de las marcas retóricas reguladoras de la dicción. Se configuraron imágenes concretas que posibilitan otros caminos en la factura de un nuevo realismo, experiencial y vital, ajeno a la elucubración metafísica. En tal sentido, el contenido es parte consubstancial del poema, que no sólo se hace con palabras y ritmo dentro de una forma determinada, sino que también con ideas. Para Robert Creeley la forma es nada más que una extensión del contenido, pues sin contenido nos quedamos mudos. No hay formula alguna al escribir en lenguaje poético, como decía Jorge Luis Borges, las variaciones son parte de la esencia de este tipo de lenguaje. Usted juzgue cuánto de contenido o de forma observa en este poema. ¿Cuál es su peculiaridad del alma?

 

El día aclara

 

nunca enredado en jaula de palabras

que tengan brillo de molde con grietas humanas

nunca verso navegando frente a un pantanal

que enceguece y encoge hasta la más fuerte ternura

o desfile de agujas que invaden un sagrado jardín

no se defiende lo libertario desde las derrotas

Sabia historia recuerda repertorios, guitarra

inspirada canta sobre cabalgatas, jornadas

y de los ropajes de los impostores

el espejo retrovisor es el espejo del atrás

no confundir la distancia de la aldea bárbara

alerta señala que todo está más cerca.

no es censo de tristezas, de momentos

subyugados, lo que despierta las alegrías

de un sol que amanece y que no se lo traga

un pantano hecho de ojos

eso sí, hay momentos en los que se cantan

los verbos más tristes en lo oscuro

pero no se colapsa, la sangre no es agua de serpiente

hay millas por hacer antes de morir

día se desea ser, no caminando a tientas

Uno invita a un brebaje breve

con aromas y algarabías

de pisadas, bailes, encuentros

que engendren presagios en un

mundo empañado desde el que

hay que construir descendencia.

 

Eduardo Escalante
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