Un poema es la expresión, por el lenguaje humano devuelto a su ritmo esencial, el sentido misterioso de los aspectos de la existencia: ella dota así de autenticidad a nuestra estadía y constituye la sola labor espiritual, decía Mallarmé. En este caso la existencia amorosa, esa urgencia que nace de una forma de vida. El poema une el afecto y el concepto en un solo bocado de habla, que transforma la manera de ver, de oír, de sentir, de comprender, de decir, de leer la existencia. De traducir. De escribir. En este caso traducir, escribir la espera, esa espera que no tiene límites, sin la que no seríamos lo que somos.
La espera es una estancia y viaje de autenticidad. Las palabras elegidas nos sitúan en el mundo del existir, en este caso el amoroso. Nos da voz, es el acto ético de cada uno. Es la escucha de todo lo que no se sabe que se oye, de todo lo que no se sabe que se dice y de todo lo que no se sabe decir. Ese es el ritmo de hacer una existencia, de transformarla, no de decirla.
Esperando sin límites
Ensayas tu vida
mil fragmentos por segundo
agua corre en la frontera
luces alocadas arremeten bellas
estremecen tus sueños
acercan la puesta de sol
todo al alcance
das pasos hacia adelante
vuelves la mirada
tus ojos se han triplicado
tus manos están libres
puedes tomar la fruta del árbol
dejas que te inunden los aires de frescura
y los manantiales de sorpresas.
Llenas cualquier vacío dejado por descuido
lo llenas de nacimientos.
Eres potro verde que galopa
remeciendo las ventanas
todo sensual sin límites.
El deseo de hacer un ramillete de árboles
define lo que te nace desde una vena
te sacude disparando tu aliento
que esparce aceite amoroso en la hierba.
No es historia ficticia
es lo que siente al despertar
tus ideas pulposas todo lo inventan
te sientes van Gogh, Mozart
tus ojos brillan y componen
el paisaje, lo llenan de fragancias,
flautas y violines.
Derramas gotas de rozas
escuchas el silbido de un pájaro
que busca a su ternura
que viene viajando
sientes su intimidad cercana
tus huesos se estremecen
sabes que ella llegará luego.
Nunca una ráfaga a destiempo
nos ha interrumpido pintar
el cielo rosado.
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